Alternativas de solución


JOSÉ LUIS PAZ Durante el siglo XX se decía que una persona tenía una discapacidad en función del deterioro que tenía respecto a otro individuo. Siempre era una definición negativa sobre la persona y sus cualidades físicas, sensoriales o de capacidad intelectual. En definitiva, eran tiempos donde las personas con alguna discapacidad tenían muy complicada su integración socio-laboral. Eran muy pocas las empresas o entidades que afrontaban ese reto como algo normalizado.
El esfuerzo de instituciones, ONGs y entidades ha hecho que la Organización de Naciones Unidas, en 2006, acordase la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad en donde se recogieron los derechos de las personas con discapacidad. Comienza, desde mi punto de vista, un nuevo concepto sobre la discapacidad mucho más enraizado en los derechos humanos, y que va a posibilitar una integración de estas personas en la sociedad.
En nuestro país, según la última Macro Encuesta de Discapacidad, Autonomía personal y situaciones de Dependencia realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE), hay 3,8 millones de personas con discapacidad, lo que supone el 8,5% de la población. De las cuales, 608.000 personas con discapacidad viven solas en su hogar. Dichos datos reflejan, también, que más de un millón de personas afirman no recibir ningún tipo de ayuda para realizar las actividades para las que tienen discapacidad (el 26,6% del colectivo).
En la Comunidad Valenciana, siguiendo con la encuesta del INE, hay cerca de 453.000 personas declaradas discapacitadas.
Me gustaría pensar que en la actual crisis económica que vivimos, donde hay un alto desempleo y cuando las expectativas de invertir la tendencia de paro todavía son lejanas, sigue habiendo emprendedores dispuestos a contratar personas que además de estar en paro o en búsqueda de su primer empleo tienen una discapacidad física, psíquica o intelectual. 
Basta ya de cinismos y pongamos todo lo necesario para que esas personas con discapacidad sean personas con todos los derechos en nuestra sociedad. Pensemos que en uno de cada cinco hogares españoles hay una persona con discapacidad (en mi familia hay un miembro con discapacidad psíquica).
Dentro de pocas semanas, el próximo 3 de diciembre, se celebra el Día Internacional de las Personas con Discapacidad y es un buen momento para que, de verdad, los gobiernos (también el de la Comunidad Valenciana o el Ayuntamiento de nuestra ciudad) trabajen por tener servicios públicos de calidad para los que más lo necesitan. La alcaldesa de Alicante, doña Sonia Castedo, debería trabajar, de manera activa, por la eliminación de aquellas barreras arquitectónicas, que las hay en nuestra ciudad, y que perjudican la calidad de vida de aquellos con discapacidades psíquicas, físicas o sensoriales. Ahora que vamos a ir a las urnas a votar, el próximo 20-N, se necesita un compromiso político y social por parte de todos los que tienen alguna responsabilidad en esta materia, y sería aconsejable que los candidatos Rubalcaba y Rajoy nos digan qué van a hacer por este colectivo de ciudadanos y ciudadanas.
El candidato del PP acaba de presentar un programa electoral genérico y con medias verdades. Parece, señor Rajoy, que tiene un programa oculto y no quiere decir la verdad a los españoles y españolas. Significar la paralización que está teniendo la Ley de la Dependencia, y aquí en nuestra Comunidad autónoma cada vez se atiende a menos personas y tenemos 3.467 beneficiarios que todavía están en lista de espera.
Por otro lado, los agentes sociales y económicos también deberían acometer y profundizar en la negociación colectiva para que entre todos se posibilite una integración real de las personas con discapacidad. ¿Se cumple la cuota de reserva en las empresas de más de 50 trabajadores? Hay que hacer cumplir lo acordado y pactado, y si no es así denunciarlo. UGT y CC OO, como sindicatos mayoritarios, deben dedicarse a proteger a los más desfavorecidos como son las personas con discapacidades. 
Ese esfuerzo debería de comenzar a realizarse en el ámbito más próximo y cercano que tengamos. No debemos conformarnos con informar y asesorar laboralmente a las personas discapacitadas sino, a lo mejor, las organizaciones y entidades con capacidad de contratación debería empezar por dar ejemplo y contratar a esas personas que necesitan de nuestra ayuda. Trabajar por los más desfavorecidos es trabajar, también, desde la generosidad y la solidaridad.
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